Los tiempos han cambiado en la educación, pero los viejos recursos que todos vimos en clase siguen estando ahí para que las nuevas generaciones los puedas aprovechar. Desde un mapa a un ábaco completo, lo cierto es que, pese a la educación 2.0, lo clásico sigue funcionando.
Las nuevas tecnologías
Está claro que hoy los más jóvenes y los que no lo son tanto, pero siguen formándose, disfrutan de aulas en las que la tecnología impera de una forma increíble. Ordenadores, cañones de proyección, pizarras digitales… la lista podría incluir hasta los ordenadores personales que llevan los alumnos, las tablets e incluso los smartphones que pueden usarse en algunas actividades.
Esta invasión de la tecnología ha cambiado para siempre la forma de enseñar. Para bien en muchos casos, y es que no se puede negar que las tecnologías educativas favorecen bastante el proceso de aprendizaje y de enseñanza.
Eso sí, aún siguen teniendo pequeñas lagunas y no han conseguido desplazar por completo a los métodos tradicionales como un mapa político de Europa. Podríamos pensar que no hay motivo para cambiar lo que nos ha servido a todos por las nuevas tecnologías.
Sin embargo, el enfoque correcto de la situación es más el de plantearse una colaboración entre ambos campos para que los beneficios se multipliquen. Por ejemplo, un mapa físico permite a los niños descubrir fronteras y países y les da una cercanía que la fría pantalla de un ordenador no tiene. Lo mismo sucede con los juegos o con un ábaco completo con todas sus partes. Un mapa, por seguir con este ejemplo, puede convertirse en un puzle a poco que se recorten los países y se les dé a los alumnos de forma desordenada. Sirva esto como sencillo ejemplo de que lo clásico sigue teniendo una gran importancia en la educación.
Ventajas y desventajas de la educación clásica
Como venimos diciendo, los recursos que todos usamos en la escuela siguen teniendo su importancia en las aulas modernas. Pero, ¿por qué? Pues porque tienen ventajas como ser más económicos que los nuevos recursos, no todos los alumnos pueden disponer de una tablet, o por estar siempre cuando se los necesita, algo de lo que el WiFi no puede presumir siempre.
Por otro lado, la educación clásica sigue teniendo unas ventajas de cercanía y proximidad al alumno que son insustituibles, aunque, claro está, también hay alguna que otra desventaja que no puede perderse de vista.
Por ejemplo, es cierto que las nuevas tecnologías educativas han demostrado poder llevar la educación a cualquier rincón, por lo que estudiar virtual se ha convertido en una facilidad para muchos.
A largo plazo, los dispositivos electrónicos terminan por ahorrar algo de dinero, ya que duran mucho más tiempo que esos recursos clásicos que terminan por desgastarse del uso. Además, el flujo de información que se da con las nuevas tecnologías es mucho mayor que el conseguido por la educación clásica, algo que no hay que perder de vista de forma alguna.
En definitiva, las ventajas y desventajas de los métodos educativos clásicos parece que no van a desaparecer por mucho que Internet haya entrado en cualquier centro educativo. Eso sí, el destino es que ambos aspectos convivan, algo que seguro que termina beneficiando a los alumnos para que puedan disfrutar de mayores ventajas y de una calidad educativa mayor en todos los sentidos.