Ni un kilo de más

Todos disfrutamos con alguna afición, como pasear por la montaña, jugar al tenis con los amigos o hacer un “partidillo” de fútbol sala. Podremos practicar mucho mejor estos deportes si estamos en forma y con un peso apropiado. Olvídate de las tablas de peso; nadie mejor que tú sabe cuál es tu peso ideal, ése con el que te sientes ágil, sano y bien contigo mismo. Ten en cuenta que cada persona tiene un metabolismo diferente. De igual manera, la complexión de cada uno también es distinta (musculatura, estructura ósea). Por ejemplo, una persona muy musculosa siempre pesará más que otra que no lo sea tanto, ya que el músculo es muy denso y pesa mucho. Además, destierra la idea de que no debes tener ni un gramo de grasa en el cuerpo. Hay un porcentaje de grasa necesario para tu buen funcionamiento.

No te obsesiones con un régimen milagroso que promete perder 3 kilos en dos días (y que, posiblemente recuperarás en cuanto lo abandones). Para que todo vuelva a la normalidad lo mejor es combinar una dieta equilibrada, pero baja en calorías (en relación a tu dieta normal), con el ejercicio. Al hacer dieta y tomar menos calorías, obligamos al cuerpo a obtener energía quemando las grasas acumuladas en glúteos, caderas, vientre, piernas

Con el ejercicio, aceleramos el proceso, pues quemamos más grasas y mejoramos el tono muscular. El músculo se define y obtenemos así una apariencia más sana, firme y bella. Indirectamente, al aumentar el volumen muscular, incrementamos el consumo de calorías en reposo. Esto implica que, una vez conseguido el peso ideal que deseas, y continuando con el ejercicio físico que realizas, puedes volver a tu dieta normal sin que ello suponga recuperar el peso perdido. Tu metabolismo ha cambiado (metabolismo basal) y consumes más calorías, incluso cuando descansas.

¿Y qué tipo de ejercicios ayudan a perder peso? La respuesta está en los ejercicios aeróbicos. Estos generan procesos en los que el oxígeno desempeña un papel importante, ya que su presencia facilita la utilización de azúcares y grasas en la producción de la energía que necesitamos.

Un ejercicio aeróbico es todo aquel mediante el cual trabajamos durante un largo periodo de tiempo (mínimo 45 minutos) a un 75 – 80 % de nuestras pulsaciones máximas. Para controlar las pulsaciones, es ideal disponer de un pulsómetro o cardiofrecuencímetro que nos indicará en todo momento si trabajamos a un ritmo óptimo. Si carecemos de pulsómetro, una manera sencilla de saberlo es mediante esta pequeña prueba: trata de mantener una conversación mientras realizas ejercicio, si consigues hacerlo de manera fluida es que estás trabajando por debajo del nivel adecuado; lo normal es que te cueste un poco. Pongamos un ejemplo: Si tienes 26 años, tus pulsaciones máximas son: 220 – 26 (edad)=194. El 75 –80 % de esta cantidad es 145 – 155. Por lo tanto, deberemos respetar durante el ejercicio esta frecuencia cardiaca.

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