En el presente, las costumbres y hábitos religiosos en sus vastas y diversas formas, ocupan un lugar importante en las preferencias de la gente en todo el mundo. Cada quien en base a sus creencias, defiende y práctica las acciones que estas supongan como una forma de materializar su fe y esperanza por medio de las situaciones/circunstancias que estas presenten e inviten a realizar.
Una tradición muy arraigada en distintas zonas a nivel mundial, principalmente en Europa, son las Misas Gregorianas. El origen de esta práctica se remonta a los tiempos del pontífice de San Gregorio Magno, durante el periodo comprendido entre los años 590 y 604, el cual contribuyó notablemente a la difusión y expansión de esta tradición, y razón por la cual, la misma honra su nombre.
¿Qué es una misa gregoriana?
Las Misas Gregorianas son una serie de Misas Santas que de manera tradicional, se llevan a cabo durante 30 días ininterrumpidos posterior al deceso de una persona. Generalmente se ofrecen de manera individual por el alma de una persona fallecida. Es decir, una misma misa no se puede realizar en honor a dos o más personas.
¿Para qué sirven las misas gregorianas?
Estas misas se han vuelto tradición en muchos hogares alrededor del mundo. De acuerdo a testimonios, las misas gregorianas sirven para que las almas de las personas fallecidas que aún no estaban listas o preparadas para el cielo, puedan mediante el poder intercesor del sacrificio de Cristo presente en la santa misa encontrar el camino.
De esta manera, una vez concluida la ceremonia que se extiende durante un mes, el alma de la persona puede continuar su perfección en la gracia, lo que haría posible finalmente estar en unión con la Santísima Trinidad, Dios.
En resumidas cuentas, esta celebración se efectúa bajo la aclamación del sacrificio de Cristo en la tierra, para salvar el alma pecadora de la persona fallecida, la cual ha partido del plano terrenal hacia el espiritual.